sábado, 28 de agosto de 2010

Collage de mi viaje.


La respuesta a mi pregunta: "¿Y tú qué haces por tí misma?"
Diez noches. Once días. La recompensa de valorar-se. El placer de reencontrar-se. Reinventar-se. Disfrutar-se. Mimar-se. Querer-se.
Una amistad que florece. Escuchar y sentirse escuchada. Recorrer mapas con el rotulador rosa. Planear unas merecidas vacaciones. Momentos archivados en la retina del corazón. Instantes capturados con sabor a ti. Recuerdos almacenados en la memoria de mi vida. Mis pies recorriendo nuevos caminos. Nuevas direcciones. Energía mezclada con cansancio. No rendirse nunca. Querer siempre un poco más. Insaciables ganas de llenar los días de aventuras. Abrir los ojos al mundo. Dos locas corriendo por las calles de Roma. Por el metro. Por la terminal... por sus vidas. Como si el mundo se fuera a terminar mañana mismo. Dos niñas jugando a ser mayores con sus mejores virtudes. Sin miedo. Jugando a la amistad sin más norma que la de sonreir. Vivir mi presente. Inventar el guión "aquí y ahora". Sonreir a una ciudad que nos acoge enlazando casualidades y serendipias. Y "el Universo provee" cada uno de nuestros pasos sin brújula. Ningún momento vacío de recuerdo ni significado. Como una película en la que curiosamente sale todo bien. Y cuando salen los créditos te impregna una extraña sensación de escepticismo... y crees que solo ocurre en las películas americanas.
Actuar como protagonistas en nuestra propia película...italiana. En la versión más original.

Desayunos con "diamantes" en la terraza del sexto. Pizzas de cualquier ingrediente en cualquier punto de la ciudad. Helados hechos de carcajadas con guindas de sentido del humor que hacen que afloren mis tonterías. Mis canciones versionadas y bailadas. Nuestra lista de canciones. Cruzar esas peligrosas calles con los semáforos en rojo al estilo romano. Desafiar a la ley. Y en muchas ocasiones, a nuestra propia suerte vida. Las teorías de Patri que siempre son verdad. Porque si. Y punto. Ella y sus momentos únicos y genuinos. Sus sueños tan realistas y sus risas nocturnas sin que se diera cuenta. Su ilusión. Sus ganas. Su indecisión. Su sonrisa. Su dislexia. Todo lo contagia y resuena por las paredes de una habitación de hotel de la que emergen planes ocultos para construir nuevas sonrisas.

Bracciano. Su lago y sus cisnes. El Nuestro castillo de hadas. Subir cuestas al ritmo de la música. Complicidades espontáneas. Nettuno y sus playas (Y sus helados. Y sus charlas interminables). Tívoli y Villa Adriana. Viajar en el tiempo con los ojos abiertos. Hacer fotos como si estuviéramos solas. Mentiras piadosas. Miradas espanta-italianos (¬¬'). Cambio de identidad por una noche: Adriana y Daniella. Clases de italiano express a cambio de sonrisas. Bailar como si nadie nos mirara...aunque todo el mundo lo hiciera.
Vivir como si nada más importara.
Disfrutar como si no quedaran más días por compartir... aunque siempre inventábamos uno más.

El Coliseo. El Palatino (y nuestras siestas). El foro romano y la magia de transportarte a otra época. La boca de la verdad y mi mano. La Plaza Venecia. La columna Trajana. Las Termas de Caracalla y los momentos de paz en sus jardines. Plaza España, República, Navona, Popolo. Más y más plazas. Más y más iglesias que recordaban catedrales. El Vaticano y sus tesoros (y mis robados de la Capilla Sixtina). Campo de'Fiori y sus exquisitas macedonias. Castillo de St Angelo y sus fiestas nocturnas al lado del río. Trastevere y su mecadillo de antigüedades (y mi "nueva" adquisión: Canon-Canonet). Panteón y sus imponentes columnas. S. Giovanni. Quirinale. Vía del Corso.
La Basílica de San Pietro. Los 500 escalones a pie. Temer por nuestra propia vida en la claustrofobia de sus escaleras. Sin aliento.Ver la luz final... y regalarle a los ojos los primeros bostezos de Roma al amanecer.

Fontana di Trevi.  Por la mañana temprano. A media mañana. Por la tarde. Por la noche. De madrugada. Fotos y más fotos. Nuestro punto favorito. Una cajita especial con muchas monedas por lanzar para cada persona que me lo pidió (familia, pacientes, amigos, twitter). Mis mejores monedas para mis mayores deseos. Los vuestros. Los míos. Los nuestros. Sueños con alas que nadan en el agua con la esperanza de convertirse en realidades. En hechos. Un lugar mágico donde se respira ilusión, amor y alegría. Sentarse a mirar a la gente tomando granizada. Besos. Caricias. Deseos. Sonrisas. Abrazos. Complicidades. Cierro los ojos e imagino que yo soy ella. Y más fotos que huelen a vainilla. Y el eco de tu risa inocente resuena en un mensaje. Y luego Villa Borghese. Con sus parques infinitos. Verdes, envolventes y refrescantes. Paseos dorados al atardecer. Reinventar el concepto de echar(te) de menos.
Entender que para recibir amabilidad, la sonrisa es la mejor moneda de cambio en cualquier idioma. Comprender que cualquier recompensa a los sentidos conlleva un esfuerzo que se olvida en ese preciso instante en que visualizas lo que tanto has deseado. El tamaño del esfuerzo es proporcional al deseo. Y se para el tiempo: Puente Milvio. Un candado por cerrar. Un viaje pendiente. Fotos en blanco y negro con el corazón rojo. Paréntesis de una vida. Facturar sonrisas en mi equipaje. Cerrar ciclos y liberar-me del pasado. Abrir ventanas e inquietar-me con la incertidumbre de un futuro. Alimentar-me de mi presente. Regreso. Una Moleskine llena de recuerdos... y siento que me quedo corta con este texto. El primer viaje de muchos. Y todos los caminos llevan aRoma...

Gracias Patri: mi gran compañera para nuestro gran viaje.

Roma....amoR.