martes, 28 de septiembre de 2010

El camino de la mariposa.


"(...) De repente, entre un grupo de nórdicos con la piel tostada por el sol, apareció el cazador de mariposas, que se plantó delante de Ariadna y le preguntó:
- ¿Sigues buscando la felicidad?
Antes de que ella pudiera contestar, él mismo lanzó la respuesta:
- Créeme: no vale la pena que la busques. La felicidad no se busca, se encuentra.
- ¿Y dónde se encuentra? - añadió Ariadna.
- En todas partes y en ninguna, porque la felicidad no es una meta, sino sólo un perfume.
- ¿Un perfume? - preguntó ella extrañada.
- Sí, es el perfume que desprende aquello que está bien hecho. Una puesta de sol perfecta, la caricia a un cachorro, la mirada de un ser amado, una canción sublime... cualquier momento inolvidable. Por eso no la puedes capturar como si fuera una mariposa..."

jueves, 23 de septiembre de 2010

Cosas que nunca te dije: FELICIDAD.

"¡En la tienda no tienen el helado que me gusta...! Cuando somos felices no nos damos cuenta. Y eso también es injusto. Deberíamos vivir la felicidad intensamente y tendríamos que poderla guardar para que en los momentos en que nos haga falta, pudiéramos coger un poco, del mismo modo que guardamos cereales en la despensa o recambios de papel higiénico por si se acaba, ¿entiende?"
"Cosas que nunca te dije."

Me encanta esta escena. Y el trasfondo que tiene.
"Cuando somos felices no nos damos cuenta", comenta.
Me parece tan real esta frase, que si me paro a pensarla me da miedo. ¿Y si alguna vez he sido feliz y no me he dado cuenta por estar pendiente de otras cosas? Uhhh... ¡qué insensata y temeraria!. No sé cómo nos levantamos cada mañana sin saber qué nos hace felices. ¿O sí lo sabemos y no nos atrevemos a conseguirlo? De un tiempo a esta parte me pregunto si lo que nos da miedo es realmente el fracaso... o el éxito. Qué incertidumbre.
Que si. Que la vida es un vaivén de altos y bajos. Sin embargo, todo es cuestión de la capacidad de decisión que tengamos para afrontarlo. Cuando las cosas no van bien, es fácil culpar a todo lo que nos rodea. "Es que Fulanito me hizo...", "Es que Menganita me dijo...", "Es que...". Vaaaaamos... ¿Realmente sirve de algo? No podemos cambiar a los demás, pero si está en nuestra mano el timón de nuestras propias decisiones. Antes de culpar a alguien, mírate. ¿Qué has hecho TÚ para mejorar esa situación? (Cuesta, eh...?)

La verdad es que nunca me he sentado conscientemente a pensar qué es -para mi- la felicidad... Sin embargo, me parece un término escurridizo, y fácilmente prostituído y prostituible. Hoy en día utilizamos la palabra "felicidad" para cualquier cosa. Manipulamos el término sin lavarnos con jabón las manos. Por tanto, prefiero reflexionar esos momentos en los que soy feliz, para no quedarme anclada en ideales. Me reconforta saber que éste solo es el principio de una larga lista de momentos felices.  Hoy he comenzado a hacer el albarán de los momentos que tengo en la despensa de mis pequeñas alegrías. Habrá que seguir tomando conciencia de ellas para saborearlas al máximo y "mantener la calma en el fragor de la tormenta" :)


¿Tú cuándo eres feliz?

Soy feliz cuando me busco, me observo y me encuentro... y me acepto.
Cuando aprendo a disfrutar del "aquí y ahora". Cuando me empeño en buscar la lectura positiva de las situaciones. Cuando lo consigo. Cuando lo consigues. Cuando  éso se contagia sin darte cuenta.

Soy feliz cuando me cuido, me quiero y me respeto. Cuando bailo como si nadie me mirase. Cuando soy divertida y robo sonrisas sin proponérmelo. Cuando conduzco con la música alta para no escucharme cantar, y así creerme que lo hago bien. Cuando ando descalza y me riñes.  Cuando escucho y me siento escuchada. Cuando él me dedica canciones que hablan de amor. Cuando ella me descubre la esencia de las pequeñas cosas. Cuando nos contamos nuestra vida con la excusa de tomar algo. Cuando compro zapatos nuevos y los tengo que estrenar urgentemente. Cuando mamá me da sus abrazos "peculiares" y termina todos sus mails con un "te quiero". Cuando abro mi bandeja de entrada y te leo. Cuando veo atardecer.  Cuando respiro en la playa. Cuando alguien se acuerda de mi, y me lo hace saber. Cuando yo hago lo mismo. Cuando me descubro pensándote en lo cotidiano. Cuando mi rutina es veros sonreir. Cuando me paso las noches colgada al teléfono, aunque solo sea una excusa para colgarme de tu risa. Cuando me siento comprendida. Cuando hago fotografías y escribo frases dedicadas. Cuando soplo mi pompero e inundo mi habitación de pompas de jabón. Cuando observo a las personas con curiosidad y sonrío. Cuando soy un manojo de inquietudes y me pierdo entre libros. Cuando viajo (contigo). Cuando desordenamos y ordenamos juntas, y nos reímos de nuestras tonterías en el despacho. Cuando me paso la tarde probando-(nos) gafas extravagantes frente al espejo de la óptica. Cuando mi ropa huele a ti. Cuando (os) comparto. Cuando apoyo a reparar alas rotas mientras despeino emociones. Cuando retoco ilusiones poniéndolas en tierra firme. Cuando, otras veces, le suelto el pelo a mis sueños para que vuelen un ratito. Cuando, a todo, le pongo mi toque personal.

Soy feliz cuando me permito estar triste. Cuando entiendo que la vida no es de color de rosa.  A pesar de que sea el color que me defina. Cuando reacciono. Cuando me doy cuenta que, como mínimo, siempre hay dos maneras de interpretar y hacer las cosas. Cuando elijo y decido conscientemente. Cuando decido no cambiar. Cuando lo hago. Cuando cojo el toro por los cuernos. Cuando no me ando por las ramas o, por el contrario, me quedo un rato "en la parra". Cuando priorizo mis necesidades a mis apetencias. Cuando lo hago a la inversa a pesar de saber que no es el orden correcto.

Soy feliz incluso cuando las cosas no van como espero. Porque ahi también esta la clave. Porque las cosas no siempre son sencillas.  Porque la vida no me lo puso fácil. Porque en esos momentos es cuando realmente aprendo. Porque hasta que no caigo, no sabía a cuánta altura estaba del suelo. Porque cuando estoy en el fondo, todo lo que queda es subir... (¡Riiishhhh!) Porque cuando miro hacia atrás, veo todo lo que he recorrido y valoro cuánto me costó subir. Y sonrío. Y me siento orgullosa. Y pa'lante... sin depeinarse. ¡JA!

Soy feliz... cuando quiero. Del verbo querer y con consentimiento informado a mí misma. Cuando decido serlo y no permito que pequeños contratiempos transitorios alteren, como dice el vídeo,  mis botecitos de cereales que guardo con tanto esmero en la despensa.

Soy feliz cuando (me/te/os) quiero.

Unos, me lo llaman "flower power". Otros, "utopía". Yo lo llamo "filosofía de vida"...
...porque sé que si se quiere, se encuentra la manera.

...porque al fin y al cabo, la actitud es lo que cuenta. Y la felicidad es un derecho universal. ¿Vas a privarte de ella? ;)



viernes, 17 de septiembre de 2010

Lo que das, te lo das. Lo que no das, te lo quitas.

Con esa frase adornaba Justo su catedral (¿La recordáis?). Construída con tesón, esfuerzo y oídos sordos, es de esos edificios donde respirar su silencio es un regalo para todos los sentidos. Le tacharon de loco, y aún así, continuó caminando hacia su sueño. Su sorpresa fue cuando, a lo largo ese camino, encontró a personas aparentemente "cuerdas" dispuestas a apoyar su "locura". Y así hizo. Y plasmó su filosofía de vida en las paredes. Y yo, se la tomé prestada desde aquel día que le conocí. Jamás olvidaré nuestra conversación en la cual consiguió contagiarme esa actitud salpicada de altruismo. Me transladó la esencia de su frase: dar-te y recibir-te. Son muchas las veces en las que nos movemos por el principio de reciprocidad: tú me das, yo te doy. Sin embargo, no siempre es así. No siempre que damos, recibimos... lo que esperamos recibir. Expectativas. Y ésto conlleva desilusiones, fracasos y decepciones.
Tuve que leer más de dos veces la frase para captar su esencia. "Lo que das, te o das. Lo que no das, te lo quitas" ¡AHÁ! ¿Tú para qué das? Teniendo en cuenta que con el gesto de dar, obtengo un beneficio para mi-conmigo, no se hace necesario esperar de lo demás para sentirme bien. Porque si así lo hago, estoy segura que en la mayoría de los casos, no voy a obtener exactamente lo que quiero para poder decir: me siento "pagada" por ti. Y así, quien no se sentirá bien, seré yo. Y... y... y así un largo etcétera.
¿Os dais cuenta del laberinto de palabras que nos generamos en la cabeza? Y la otra persona sin hacerse una idea... Cada vez que hablo de este tema visualizo a las personas pegando post-it en forma de expectativas, a diestro y siniestro. Sin pedir permiso. Parece nuestra moneda de cambio con los que nos rodean. ¿Lo visualizais? A mi me resulta cómico. Me imagino, por ejemplo, regalándo algo y a la vez poniendo en la frente una etiqueta de expectativa a la persona: "Me debes otro regalo".
Hace tiempo que permití dar(me) sin esperar una respuesta a cambio, y confiar en que de una manera u otra, si estás con los ojos bien abiertos, el Universo te termina devolviendo lo que has dado algún día. Quizá con otra forma, por parte de otra persona, o en el momento que menos lo esperes. Pero te lo da. Y confieso que a veces no he podido evitar colgar algún que otro "post-it" a alguien, esperando quizá que actuara como un amigo o amiga. Esperando un "¿Cómo estás?", un mensaje, un "Hola", una llamada, una sonrisa sin pensarla, un café, o quizá sentirme apoyada. Pero me di cuenta que mi concepto de todo aquello no es el mismo que el que tiene la persona que tengo enfrente. Y esperar que los demás actúen como yo quiero, es complicado. Asi que comencé actuando por mi. Porque la verdad es que no hay mucho que perder cuando se hacen las cosas de corazón y no dañan a nadie. Se gana. Y se establecen relaciones"Win-win": Tú ganas y yo gano viéndote ganar. Por tanto... ganamos :)

Y, a dia de hoy... me doy, dando. Y sino doy, siento que me quito.

Y sin darme cuenta... recibo. Recibo tanto...


Gracias a Rocío y Lucy:
por haberos dado en la distancia cercana que nos une.
Siento que este post no existiría sin vosotras...
Cada día, dáis consistencia al título de esta entrada.
A mis días. A mi :)



"El regalo más grande"

domingo, 5 de septiembre de 2010

Ortografía de la vida.

"A ti no te hace falta corona para hacerte destacar. El resplandor de tus ojos es mucho mayor que el de los brillantes de ésta. No te hacen falta tacones para hacer sonar tus pasos, sabes perfectamente que dejas huella por donde pasas. Tu mejor vestido precioso, no dejar de ser tu sonrisa permanente. Y tu mayor rasgo, la fortaleza y la fuerza que transmites. Ni los dragones y bestias del bosque pueden contigo. Ni podrán. Eres la mas fuerte y bonita. No es que conviertas a sapos en príncipes, es que con palabras conviertes el ánimo de las personas. No es que a las doce tengas que abandonar el baile porque alguien te espera, sino que a esa hora vas a estar siempre dispuesta a escucharme si necesito dejar de llorar con las estrellas.

Un final de dos. Tú y yo."


Posees el don de la magia. Tienes una cinta de raso lo suficientemente larga como para envolver los regalos más bonitos para la vista...y para el corazón.
Permíteme haber tachado una frase. A ver... es una licencia que me he tomado por todo lo que nos une (mi vida fue diferente desde aquellos churros con macarrones...), pero es que no me gustan los finales. Y si llevan tu nombre, mucho menos. Es que verás... soy de esa clase de persona que siempre se reserva palomitas para ver las tomas falsas y los créditos al terminar una película. ¿Entiendes?

Si algo sabes manejar en tus "regalos-verbales-de-corazón", son los puntos. Dan dinamismo, seguridad y belleza a un texto. Utilízalos en la vida.
Hay muchos tipos de puntos, sobre todo si son de vista. Tantos como personas. Y con el paso del tiempo aprendo a tenerlos en cuenta. Pero a veces es complicado pararse a mirar otros mundos cuando no somos conscientes ni del nuestro propio. Tiempo al tiempo. Tiempo-a-tiempo. Tiempo. De todos modos, no he venido hoy a escribirte sobre este tipo de puntos. Hoy, no sé... Pensaba en la importancia de los puntos y seguido. La oportunidad perfecta para respirar, hacer una breve pausa y continuar. Además, entre frase y frase no tiene por qué haber nexo de unión aparentemente, así que tú eliges qué quieres escribir. Con total libertad. Aunque parezcan un tanto "altivos" en su uso, los punto y seguido son buena gente ;)
También hay puntos suspensivos... menos arriesgados que los anteriores, y más etéreos en su forma. Aquellos que parecen esperar una continuación tras una pausa. Pero, a veces, no llega esa continuidad. Y a través de esos puntos suspensivos tenemos que intuir la historia que viene a continuación. En otras ocasiones, es nuestro deber "seguir escribiendo", a pesar de ello. ¿Y sabes qué? Que a veces, también viene bien poner los puntos sobre las íes.
Como ya sabes, existen los dos puntos. Y estos, me encantan: toda una nueva frase por estrenar, la cual no olvida lo que le precede (su pasado) para que así no pierda sentido, pero que se escribe hacia delante (su futuro). Como la vida misma. Chulo esto, ¿eh?
El punto y coma; es el tímido intento de comenzar una nueva línea pero en este caso necesita enlazar su significado a la frase anterior, a su pasado. Y anclada a éste... no es capaz de reinventarse tanto como lo hacen los dos puntos. Estanca la oración, no da fluidez para disfrutar de otros signos de puntuación. (Están cayendo en desuso, no temas).
Quiero saltarme el punto y final. Porque ése solo existe y tiene cabida en otras historias individuales, personales y, evidentemente, necesarias. Pero no en la nuestra.
(Utiliza todos los puntos para escribir la historia desde Septiembre... Yo, confío en tí. SI NO PUEDES...PODRE-MOS)

Si no remas, ya remo yo por tí una parte de ese barco tan bonito que estás construyendo: tu vida. Porque tras miles de oleajes se ha hecho resistente. Tanto que le vendría bien una decoración: ¿Qué tal dibujarle una puerta de entrada? Sin olvidar, claro está, un compartimento oculto en proa. Pero en popa, una puerta entreabierta. ¡Mi capitana!, si quieres, solo en esos días de marejada alta, se me ocurre ponerle una contraseña. Ésa que solo unos pocos sabrán para poder entrar en el fragor de la tormenta. (Estaba pensando tantas relacionadas con tantos momentos que me he arrancado a reir xD)
Mañana, cuento con tu aire al soplar mis velas. Cuenta con mis otras velas para izarlas a tu barco.
Y soplar... soplar...
Y mi mano. Y la tuya. Como te prometí, no la suelto... solo tienes que mirar a tu lado.

Y ahora, con el colchón de todas las personas que te rodean, atrévete a enfrentarte a "deciblecios de envidia" y sé mi Ave Fénix preferido. Vuela. Despliega alas, levanta la cabeza y saca pecho. Y no olvides nunca abrir los ojos. (¿No querrás castigar al mundo privándolo de esa luz que tienen, no?)

Shine on, Lu&Cía.