"Qué nos está pasando. En qué momento se nos fue la olla. En qué despiste compramos contra reembolso la idea del éxito, decidimos raparnos el valor y comulgamos con al iglesia de la exitología. Quién nos ha timado de esta manera, que nos devuelvan el dinero, quiero el libro de reclamaciones. Ahora. Pero ya.
Equivocarse. La vida entera es fracasar. Espabilamos gracias a morder el polvo, comernos los “yo nunca”, aguantar unos cuantos “ya te lo dije”. Caerse una y otra vez, para lo cual es requisito indispensable haberse levantado en otras tantas ocasiones. Que si lo miras, tus relaciones fracasadas son siempre mayoría, y algo que está tan presente en tu vida no puede ser tan malo si te ha llevado hasta donde estás. Que si me apuras, alguien que te ha acompañado un trozo del camino ni siquiera debería poder considerarse fracaso. Que si lo intentas, admitir e incluso estar orgulloso de tus fracasos puede ser el principio de gestación de todos tus próximos triunfos.
Aunque lo peor no es querer evitar el fracaso, nadie es idiota, y huir del dolor puede ser hasta humano. Lo peor es que detrás del fracaso, escondidito, sin hacer ruido para no llamar la atención, viene de la manita un miedo mucho pero que mucho más letal, el miedo al riesgo. He visto gente morir de nada por culpa del miedo al riesgo.
(...) Equivocarse no es hacerlo mal a conciencia. Es más bien tomar un riesgo y sufrir un no-éxito. Equivocarse no es ser ineficiente. Es más bien sufrir el no-yo, ese reverso oscuro, ése en el que nunca pensamos, pero que es tan nuestro como nuestras propias lágrimas. Equivocarse no es ser imbécil. Es más bien empezar a serlo un poco menos.
Por extensión, no equivocarse sólo significa que probablemente había mucho más margen en el riesgo asumido. Que enhorabuena, pero quizá podrías haber ido un poco más allá. Que de puta madre, pero a lo mejor te has quedado corto. En cierta manera, no equivocarse conlleva la incómoda y perdurable idea de que en el fondo igual te has equivocado un poco. Y encima, como te sientes tan contento, que ni reflexión ni hostias, sigues palante con esos ojos en blanco tan característicos del triunfador."
Risto Mejide.
... equivocarse es que la realidad te devuelva algo que no esperabas. Equivocarse es encontrar otra forma de "no" hacer lo que pretendes. Por tanto, equivocarse es conocer, aprender y mejorar. Es investigar nuevos caminos alternativos que no entraban en nuestros planes. Es calibrar, ajustar y enfocar nuestro punto de vista. Es relativizar el suelo que se pisa... tener y reconocer tropiezos, y por ende, ser más humanos en la caída. Es apoyarse en el punto de apoyo de la humildad. Y levantarse agarrados a la toma de conciencia. Perdonar(se) a uno mismo. Y caminar con un aprendizaje de más, y una culpa de menos. Equivocarse, por tanto, es... acertar. Y esto forma parte del camino.
... y sumando errores te encontré. Y gracias a tus equivocaciones y a las mías, hoy planeamos nuestro gran acierto.
Equivocarse. La vida entera es fracasar. Espabilamos gracias a morder el polvo, comernos los “yo nunca”, aguantar unos cuantos “ya te lo dije”. Caerse una y otra vez, para lo cual es requisito indispensable haberse levantado en otras tantas ocasiones. Que si lo miras, tus relaciones fracasadas son siempre mayoría, y algo que está tan presente en tu vida no puede ser tan malo si te ha llevado hasta donde estás. Que si me apuras, alguien que te ha acompañado un trozo del camino ni siquiera debería poder considerarse fracaso. Que si lo intentas, admitir e incluso estar orgulloso de tus fracasos puede ser el principio de gestación de todos tus próximos triunfos.
Aunque lo peor no es querer evitar el fracaso, nadie es idiota, y huir del dolor puede ser hasta humano. Lo peor es que detrás del fracaso, escondidito, sin hacer ruido para no llamar la atención, viene de la manita un miedo mucho pero que mucho más letal, el miedo al riesgo. He visto gente morir de nada por culpa del miedo al riesgo.
(...) Equivocarse no es hacerlo mal a conciencia. Es más bien tomar un riesgo y sufrir un no-éxito. Equivocarse no es ser ineficiente. Es más bien sufrir el no-yo, ese reverso oscuro, ése en el que nunca pensamos, pero que es tan nuestro como nuestras propias lágrimas. Equivocarse no es ser imbécil. Es más bien empezar a serlo un poco menos.
Por extensión, no equivocarse sólo significa que probablemente había mucho más margen en el riesgo asumido. Que enhorabuena, pero quizá podrías haber ido un poco más allá. Que de puta madre, pero a lo mejor te has quedado corto. En cierta manera, no equivocarse conlleva la incómoda y perdurable idea de que en el fondo igual te has equivocado un poco. Y encima, como te sientes tan contento, que ni reflexión ni hostias, sigues palante con esos ojos en blanco tan característicos del triunfador."
Risto Mejide.
... equivocarse es que la realidad te devuelva algo que no esperabas. Equivocarse es encontrar otra forma de "no" hacer lo que pretendes. Por tanto, equivocarse es conocer, aprender y mejorar. Es investigar nuevos caminos alternativos que no entraban en nuestros planes. Es calibrar, ajustar y enfocar nuestro punto de vista. Es relativizar el suelo que se pisa... tener y reconocer tropiezos, y por ende, ser más humanos en la caída. Es apoyarse en el punto de apoyo de la humildad. Y levantarse agarrados a la toma de conciencia. Perdonar(se) a uno mismo. Y caminar con un aprendizaje de más, y una culpa de menos. Equivocarse, por tanto, es... acertar. Y esto forma parte del camino.
Me gustan mis errores, no quisiera renunciar a la deliciosa libertad de equivocarme... (Grouncho)
... y sumando errores te encontré. Y gracias a tus equivocaciones y a las mías, hoy planeamos nuestro gran acierto.