… que la vida es como una noria: círculos con inicio y fin. Unas veces arriba… otras abajo, pero siempre en movimiento.
… que las casualidades igual que vienen… se van. Y que en la vida unas veces se gana y otras… se aprende.
… que es necesario disponer de un tiempo ajeno a todo(s) para escucharme. Para cuidarme. Para despertar por mi misma.
… que las situaciones, con perspectiva, se ven de otra manera. Si te alejas, todo se ve más pequeño… si te acercas, las cosas se amplifican y se ven más grandes. Y es que, a veces, estamos tan cerca de las cosas que no somos capaces de verlas con nitidez. Aprendí a acercarme… y a alejarme. Por momentos... y para siempre.
…que todas las situaciones, por muy duras que desfilen ante nuestros ojos… aparecen para algo. Yo, responsable de todas mis acciones, decido si aprender, dejarlo pasar, o taparme los ojos.
… a confiar y desconfiar. A ver lobos con piel de cordero. Corderos con piel de lobo. Y personas que se dejan la piel por mí.
… a relativizar las emociones con razón. Y las razones con emociones. A dosificar la aceptación incondicional y regalármela a mi misma. A elevar a su máxima potencia la responsabilidad y coherencia en mi misma, a pesar de todo(s).
… que no existen verdades absolutas. Mi verdad, no es tu verdad. Ni nuestra verdad es incondicional. Aprendí a adaptar un concepto equidistante entre la verdad y la mentira.
… que después de la tormenta… viene la calma. Y sino, un respiro de aire fresco que nos permita caminar.
… que la vida no espera por nadie y a veces, te soluciona los problemas sin pedirte nada a cambio. Te empuja por la espalda y te invita a vivir. Porque cada día, cuenta.
… que las mariposas están hechas para volar, y no para alojarse en el estómago de nadie. El amor es otra cosa. La realidad no ofrece príncipes, princesas ni hadas… Pero sí calabazas. Así que menos cuentos, caperucita. Al fin y al cabo, aprendí a encontrar mi final feliz. Sin perdices, gracias.
… que el tiempo pone a cada uno en su sitio, y no se queda con nada de nadie. Lo malo que haces se termina volviendo contra ti, tarde… o temprano. Ley de vida: acción-reacción-consecuencia(s).
… a regalar mi ausencia a quien no valora mi presencia. A respetar mis ritmos, cadencias y bloqueos. Y a empezar de nuevo… que no de cero.
… que el Universo regala caramelitos y patadas en la boca con la misma generosidad y a partes iguales. Aprendí a hacer las paces con él y entender que a veces, sin preaviso, te pone a prueba. Aprieta… pero no ahoga. Duele… pero no mata.
… a sentirme vulnerable, frágil y débil, y a pesar de ello… exponerme y avanzar. Y recompensarme por ello. Por supuesto.
… que hay caminos que son necesarios recorrer para descubrir a dónde nos llevan. Y a encontrar extravíos, atajos y zancadillas. Todos ellos forman parte del camino y, por ende, son necesarios. Caminemos.
… a tomarme los miedos a la ligera… para que no pesaran tanto porque uno siempre sale adelante aunque le cueste su tiempo. Paciencia, silencio y respeto.
… a amar de manera incondicional. A echar de menos, a echar de más… y, sencillamente, a echar y desechar. A aceptar y a (con)vivir con ello.
… a mirar las situaciones desde otro punto de vista: antes abría el buzón para sacar, temerosa, la factura de la luz. Ahora es lo primero que hago cada día para, emocionada, (re)encontrarme con una gran parte de mi vida: mis amigos. Aprendí a ver que en un simple sobre, caben grandes dosis de cariño, cercanía, apoyo, amistad y amor… y que algunos regalos no necesitan envoltorio para llegarme al corazón.
… que todas las personas llegan a tu vida por algo: unas, vienen para quedarse. Otras para, una vez cumplida su misión, irremediablemente, salir de ella. En estos casos, recurrí a lazos de libertad para envolver la esencia y no la presencia.
… que nunca hay que dejar de intentarlo. Nadie dijo que las metas se logren a la primera, ni que el hecho de no lograr tu objetivo en el primer intento signifique que nunca lo conseguirás. Si no sale... saldrá. Y sino, improvisa un plan.
… que el tiempo pasa y, mientras tanto, hace y deshace. Aunque nos empeñemos en pararlo, reciclarlo, o acelerarlo... “Al tiempo le pido tiempo”.
.. que existen personas capaces de llenarte el corazón y saciarte la felicidad con el único propósito que el de verte sonreír. Aprendí… que os quiero y admiro de manera incondicional y a partes iguales. GRACIAS.
… a inventar un guión improvisado de mi vida durante estos meses donde discernir entre lo efímero y lo eterno. Lo real y lo falso… lo imaginado de lo acontecido.
… que es imposible ganar sin jugar, ni llegar sin arriesgarse. Que no hay viento favorable para quien no sabe a dónde va… y a guardar la calma en fragor de la tormenta. Y toda esta teoría, llevarla a la práctica.
… que vivir, a veces, no es tarea fácil. Y que escuchar ciertas palabras de algunas voces, tampoco. Pero también aprendí a tener la valentía para ello.
He aprendido que…
… aún queda mucho por hacer, y que cada día, me convierto en aprendiz de (mi) vida. Con vosotros ;)