sábado, 29 de enero de 2011

Archivo temporal.


… y me besaste. Y en ese preciso instante, abriste un paréntesis a mi vida. Sin comas, ni comillas. Sin peros. Un punto y aparte de un nuevo párrafo con interlineado atemporal, sin márgenes establecidos, sin más tabulaciones. Un salto de página que comienza con un paginado desde cero, posicionado en la parte inferior izquierda de mi pecho. Un documento con formato atípico, frases en relieve, versales y subrayado de momentos especiales. Entre letra y letra, adjuntamos símbolos, imágenes y el diagrama de un solo cuerpo… sin restricciones ni plantillas definidas, traspasando párrafos, reduciendo el interlineado a cero y con la opción de ampliar de registro lingüístico... sin palabras, ni posibilidad de traducción racional.
 
...y, si nos perdemos, no sé... siempre nos quedará la opción de cambiar la configuración, reiniciar o pulsar ctrl+alt+supr para revisar el proceso y buscar una página nueva, reinventando el texto que, a golpe de vista preliminar, pueda guardarse como “Historia de las pequeñas cosas” en el archivo de la retina, e imprimirlo en color sobre el papel de nuestro guión de vida.

miércoles, 12 de enero de 2011

Durante este tiempo he aprendido…

… que la vida es como una noria: círculos con inicio y fin. Unas veces arriba… otras abajo, pero siempre en movimiento.

… que las casualidades igual que vienen… se van. Y que en la vida unas veces se gana y otras… se aprende.

… que es necesario disponer de un tiempo ajeno a todo(s) para escucharme. Para cuidarme. Para despertar por mi misma.

… que las situaciones, con perspectiva, se ven de otra manera. Si te alejas, todo se ve más pequeño… si te acercas, las cosas se amplifican y se ven más grandes. Y es que, a veces, estamos tan cerca de las cosas que no somos capaces de verlas con nitidez. Aprendí a acercarme… y a alejarme. Por momentos... y para siempre.

…que todas las situaciones, por muy duras que desfilen ante nuestros ojos… aparecen para algo. Yo, responsable de todas mis acciones, decido si aprender, dejarlo pasar, o taparme los ojos.

… a confiar y desconfiar. A ver lobos con piel de cordero. Corderos con piel de lobo. Y personas que se dejan la piel por mí.

… a relativizar las emociones con razón. Y las razones con emociones. A dosificar la aceptación incondicional y regalármela a mi misma. A elevar a su máxima potencia la responsabilidad y coherencia en mi misma, a pesar de todo(s).

… que no existen verdades absolutas. Mi verdad, no es tu verdad. Ni nuestra verdad es incondicional. Aprendí a adaptar un concepto equidistante entre la verdad y la mentira.

… que después de la tormenta… viene la calma. Y sino, un respiro de aire fresco que nos permita caminar.

… que la vida no espera por nadie y a veces, te soluciona los problemas sin pedirte nada a cambio. Te empuja por la espalda y te invita a vivir. Porque cada día, cuenta.

… que las mariposas están hechas para volar, y no para alojarse en el estómago de nadie. El amor es otra cosa. La realidad no ofrece príncipes, princesas ni hadas… Pero sí calabazas. Así que menos cuentos, caperucita. Al fin y al cabo, aprendí a encontrar mi final feliz. Sin perdices, gracias.

… que el tiempo pone a cada uno en su sitio, y no se queda con nada de nadie. Lo malo que haces se termina volviendo contra ti, tarde… o temprano. Ley de vida: acción-reacción-consecuencia(s).

… a regalar mi ausencia a quien no valora mi presencia. A respetar mis ritmos, cadencias y bloqueos. Y a empezar de nuevo… que no de cero.

… que el Universo regala caramelitos y patadas en la boca con la misma generosidad y a partes iguales. Aprendí a hacer las paces con él y entender que a veces, sin preaviso, te pone a prueba. Aprieta… pero no ahoga. Duele… pero no mata.

… a sentirme vulnerable, frágil y débil, y a pesar de ello… exponerme y avanzar. Y recompensarme por ello. Por supuesto.

… que hay caminos que son necesarios recorrer para descubrir a dónde nos llevan. Y a encontrar extravíos, atajos y zancadillas. Todos ellos forman parte del camino y, por ende, son necesarios. Caminemos.

… a tomarme los miedos a la ligera… para que no pesaran tanto porque uno siempre sale adelante aunque le cueste su tiempo. Paciencia, silencio y respeto.

… a amar de manera incondicional. A echar de menos, a echar de más… y, sencillamente, a echar y desechar. A aceptar y a (con)vivir con ello.

… a mirar las situaciones desde otro punto de vista: antes abría el buzón para sacar, temerosa, la factura de la luz. Ahora es lo primero que hago cada día para, emocionada, (re)encontrarme con una gran parte de mi vida: mis amigos. Aprendí a ver que en un simple sobre, caben grandes dosis de cariño, cercanía, apoyo, amistad y amor… y que algunos regalos no necesitan envoltorio para llegarme al corazón.

… que todas las personas llegan a tu vida por algo: unas, vienen para quedarse. Otras para, una vez cumplida su misión, irremediablemente, salir de ella. En estos casos, recurrí a lazos de libertad para envolver la esencia y no la presencia.

… que nunca hay que dejar de intentarlo. Nadie dijo que las metas se logren a la primera, ni que el hecho de no lograr tu objetivo en el primer intento signifique que nunca lo conseguirás. Si no sale... saldrá. Y sino, improvisa un plan.

… que el tiempo pasa y, mientras tanto, hace y deshace. Aunque nos empeñemos en pararlo, reciclarlo, o acelerarlo... “Al tiempo le pido tiempo”.

.. que existen personas capaces de llenarte el corazón y saciarte la felicidad con el único propósito que el de verte sonreír. Aprendí… que os quiero y admiro de manera incondicional y a partes iguales. GRACIAS.

… a inventar un guión improvisado de mi vida durante estos meses donde discernir entre lo efímero y lo eterno. Lo real y lo falso… lo imaginado de lo acontecido.

… que es imposible ganar sin jugar, ni llegar sin arriesgarse. Que no hay viento favorable para quien no sabe a dónde va… y a guardar la calma en fragor de la tormenta. Y toda esta teoría, llevarla a la práctica.

… que vivir, a veces, no es tarea fácil. Y que escuchar ciertas palabras de algunas voces, tampoco. Pero también aprendí a tener la valentía para ello.


He aprendido que…
… aún queda mucho por hacer, y que cada día, me convierto en aprendiz de (mi) vida. Con vosotros ;)