miércoles, 2 de febrero de 2011

Cerrando puertas. Abriendo ventanas.

Aquella noche llegué a dos conclusiones:
 * La primera fue que un camino peligroso lo es todavía más en la oscuridad.  
* La segunda... que estaba irremediable y desesperadamente perdido.
(Big fish)

Y quizá ese sea el primer paso. Sentirse perdido para luego encontrarse. La vida esta llena de interrupciones y complicaciones que hacen que las agujas de nuestra brújula bailen a merced de lo ajeno. Cerramos puertas que un día se quedaron entreabiertas. Abrimos puertas que un día dimos por cerradas. Lo que no sabemos es que lo importante no está en el propio pomo del que nos ayudamos para abrir o cerrar. Sin bisagras, las puertas no se mueven. Sin decisiones, la vida permanece inmóvil. Ya lo decía Edwin Markhan: “Las decisiones son las bisagras del destino”. Y es que, no podemos hacer girar las puertas a nuestro antojo sin ser conscientes de que, puesta una bisagra, quizá no nos demos cuenta de que es necesario engrasarla lo suficiente para que gire…Sin embargo, cuando estamos perdidos somos tan básicos en nuestras acciones que intentamos pasar de soslayo por alguna rendija o incluso, seguimos empujando… y empujando. Y, evidentemente, la puerta cede. Y el “destino” se tuerce… el camino se torna oscuro, y de repente nos damos “con una puerta en las narices”.

Y te lamentas. ¿Y por qué esa puerta está en mi camino? ¿Por qué no la dejaría como estaba? ¿Por qué ami? ¿Por qué tengo tan mala suerte? ¿Y…?
Y, mientras te pasas los días delante de la puerta lamentándote, la vida pasa. Y la puerta seguirá ahí... quitecita. Y haces exactamente lo mismo de siempre: quejarte, lamentarte, entristecerte... (
¿Realmente pensáis que quejándonos una puerta se abrirá? ¿Se os pasaría por la cabeza matar moscas a cañonazos? Sí, riéte, es absurdo, ¡pero es la misma actitud!) ¿No os ha pasado? Pareciera obvio pensar que si siempre hacemos las cosas de la misma manera, el resultando fuese muy parecido en todos los intentos. Quizá el "quid" de la cuestión sea modificar algo, por mínimo que sea, para que, evidentemente, obtengamos un resultado diferente. Ojo, nadie nos asegura que mejor. Diferente. Siempre pienso que, irremediablemente, ante una situación, siempre podemos actuar de dos formas distintas (como mínimo). ¿Alguna vez te has parado a pensar el tiempo que dedicas a quejarte? Exactamente el mismo que podrías invertir en buscar una alternativa o solución a eso que te preocupa, incomoda o entristece. Sin embargo, quejarse se nos antoja más facil, y en muchas ocasiones, es más adaptativo que arriesgarse o salirse de lo "común". C'est la vie. O no. Tú decides.

¡Con lo sencillo que es hacer las cosas de manera diferente!  ¿Probaste a llamar a la puerta en lugar de lamentarte frente a ella? Toc, toc… ¿se puede? (Todo ello, contando con que quieras entrar... a veces deseamos traspasar puertas sin pensar si relamente necesitamos hacerlo o no. ¡Inconsciente!)

Y si no se abre… siempre quedarán más alternativas. El abanico es tan amplio como tu imaginación te permita. Sal del círculo. Piensa diferente. Incluso deja de pensar. Fuera miedos, zancadillas, prejuicios o inseguridades: Imagínalo. Ah, ¿que es una locura? Bien, puede serlo ahora, pero guárdatela. Puede que, en un futuro, te sirva. Quién sabe. Imagina que no tienes ningún impedimento para alcanzar lo que deseas. ¿Cómo lo harías? Ya sabes, primero el número uno... luego el dos... el tres... Y casi sin darte cuenta, lo habrás hecho de diferente manera. ¿No obtienes el resultado que esperas? Estará bien... shhhh, es un secreto a voces: en esta vida, muchas cosas no salen a la primera. Aprende. Sigue haciendo lo que te vaya bien... cambia lo que entorpezca el proceso. Y así, en bucle. Nadie mejor que uno mismo para discernir entre lo que nos beneficia, de lo que no. Mantente en silencio. Escúchate. A veces, puede ser duro reconocerte en esos diálogos internos. Otras, muy reconfortante. Ya sabes, una de cal... otra de arena. No nos pilla de novedad esto, ¿no? La vida unas veces te da, y otras te quita. Y quiero pensar que, tarde o temprano, lo hace a partes iguales. Paciencia. No corras... ¡somos muchos los que nos atrevemos a vivir y todos necesitamos oxígeno! Dosifica. Modifica el ritmo, pero nunca te pares a menos que sea para coger impulso. A vivir, se aprende viviendo. Y aunque entraña riesgos, siempre merece la pena.
¿Sabes ya?


Al fin y al cabo, el refranero popular es muy sabio, y…
  “Cuando una puerta se cierra… una ventana se abre.

sábado, 29 de enero de 2011

Archivo temporal.


… y me besaste. Y en ese preciso instante, abriste un paréntesis a mi vida. Sin comas, ni comillas. Sin peros. Un punto y aparte de un nuevo párrafo con interlineado atemporal, sin márgenes establecidos, sin más tabulaciones. Un salto de página que comienza con un paginado desde cero, posicionado en la parte inferior izquierda de mi pecho. Un documento con formato atípico, frases en relieve, versales y subrayado de momentos especiales. Entre letra y letra, adjuntamos símbolos, imágenes y el diagrama de un solo cuerpo… sin restricciones ni plantillas definidas, traspasando párrafos, reduciendo el interlineado a cero y con la opción de ampliar de registro lingüístico... sin palabras, ni posibilidad de traducción racional.
 
...y, si nos perdemos, no sé... siempre nos quedará la opción de cambiar la configuración, reiniciar o pulsar ctrl+alt+supr para revisar el proceso y buscar una página nueva, reinventando el texto que, a golpe de vista preliminar, pueda guardarse como “Historia de las pequeñas cosas” en el archivo de la retina, e imprimirlo en color sobre el papel de nuestro guión de vida.

miércoles, 12 de enero de 2011

Durante este tiempo he aprendido…

… que la vida es como una noria: círculos con inicio y fin. Unas veces arriba… otras abajo, pero siempre en movimiento.

… que las casualidades igual que vienen… se van. Y que en la vida unas veces se gana y otras… se aprende.

… que es necesario disponer de un tiempo ajeno a todo(s) para escucharme. Para cuidarme. Para despertar por mi misma.

… que las situaciones, con perspectiva, se ven de otra manera. Si te alejas, todo se ve más pequeño… si te acercas, las cosas se amplifican y se ven más grandes. Y es que, a veces, estamos tan cerca de las cosas que no somos capaces de verlas con nitidez. Aprendí a acercarme… y a alejarme. Por momentos... y para siempre.

…que todas las situaciones, por muy duras que desfilen ante nuestros ojos… aparecen para algo. Yo, responsable de todas mis acciones, decido si aprender, dejarlo pasar, o taparme los ojos.

… a confiar y desconfiar. A ver lobos con piel de cordero. Corderos con piel de lobo. Y personas que se dejan la piel por mí.

… a relativizar las emociones con razón. Y las razones con emociones. A dosificar la aceptación incondicional y regalármela a mi misma. A elevar a su máxima potencia la responsabilidad y coherencia en mi misma, a pesar de todo(s).

… que no existen verdades absolutas. Mi verdad, no es tu verdad. Ni nuestra verdad es incondicional. Aprendí a adaptar un concepto equidistante entre la verdad y la mentira.

… que después de la tormenta… viene la calma. Y sino, un respiro de aire fresco que nos permita caminar.

… que la vida no espera por nadie y a veces, te soluciona los problemas sin pedirte nada a cambio. Te empuja por la espalda y te invita a vivir. Porque cada día, cuenta.

… que las mariposas están hechas para volar, y no para alojarse en el estómago de nadie. El amor es otra cosa. La realidad no ofrece príncipes, princesas ni hadas… Pero sí calabazas. Así que menos cuentos, caperucita. Al fin y al cabo, aprendí a encontrar mi final feliz. Sin perdices, gracias.

… que el tiempo pone a cada uno en su sitio, y no se queda con nada de nadie. Lo malo que haces se termina volviendo contra ti, tarde… o temprano. Ley de vida: acción-reacción-consecuencia(s).

… a regalar mi ausencia a quien no valora mi presencia. A respetar mis ritmos, cadencias y bloqueos. Y a empezar de nuevo… que no de cero.

… que el Universo regala caramelitos y patadas en la boca con la misma generosidad y a partes iguales. Aprendí a hacer las paces con él y entender que a veces, sin preaviso, te pone a prueba. Aprieta… pero no ahoga. Duele… pero no mata.

… a sentirme vulnerable, frágil y débil, y a pesar de ello… exponerme y avanzar. Y recompensarme por ello. Por supuesto.

… que hay caminos que son necesarios recorrer para descubrir a dónde nos llevan. Y a encontrar extravíos, atajos y zancadillas. Todos ellos forman parte del camino y, por ende, son necesarios. Caminemos.

… a tomarme los miedos a la ligera… para que no pesaran tanto porque uno siempre sale adelante aunque le cueste su tiempo. Paciencia, silencio y respeto.

… a amar de manera incondicional. A echar de menos, a echar de más… y, sencillamente, a echar y desechar. A aceptar y a (con)vivir con ello.

… a mirar las situaciones desde otro punto de vista: antes abría el buzón para sacar, temerosa, la factura de la luz. Ahora es lo primero que hago cada día para, emocionada, (re)encontrarme con una gran parte de mi vida: mis amigos. Aprendí a ver que en un simple sobre, caben grandes dosis de cariño, cercanía, apoyo, amistad y amor… y que algunos regalos no necesitan envoltorio para llegarme al corazón.

… que todas las personas llegan a tu vida por algo: unas, vienen para quedarse. Otras para, una vez cumplida su misión, irremediablemente, salir de ella. En estos casos, recurrí a lazos de libertad para envolver la esencia y no la presencia.

… que nunca hay que dejar de intentarlo. Nadie dijo que las metas se logren a la primera, ni que el hecho de no lograr tu objetivo en el primer intento signifique que nunca lo conseguirás. Si no sale... saldrá. Y sino, improvisa un plan.

… que el tiempo pasa y, mientras tanto, hace y deshace. Aunque nos empeñemos en pararlo, reciclarlo, o acelerarlo... “Al tiempo le pido tiempo”.

.. que existen personas capaces de llenarte el corazón y saciarte la felicidad con el único propósito que el de verte sonreír. Aprendí… que os quiero y admiro de manera incondicional y a partes iguales. GRACIAS.

… a inventar un guión improvisado de mi vida durante estos meses donde discernir entre lo efímero y lo eterno. Lo real y lo falso… lo imaginado de lo acontecido.

… que es imposible ganar sin jugar, ni llegar sin arriesgarse. Que no hay viento favorable para quien no sabe a dónde va… y a guardar la calma en fragor de la tormenta. Y toda esta teoría, llevarla a la práctica.

… que vivir, a veces, no es tarea fácil. Y que escuchar ciertas palabras de algunas voces, tampoco. Pero también aprendí a tener la valentía para ello.


He aprendido que…
… aún queda mucho por hacer, y que cada día, me convierto en aprendiz de (mi) vida. Con vosotros ;)

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Días fucsia.

"Ni yo me imaginaba que aquel día cambiaría mi mundo. Quizá esos días deberían marcarse en el calendario en fucsia. Deberíamos tener constancia de que es uno de aquellos momentos a partir del cual nada más volverá a ser igual. Así, podríamos decidir si vale la pena levantarse en un día fucsia. Esa noche, no sé cuánto tiempo tardé en reaccionar: ¿Quince segundos? Quizá fue menos tiempo, no puedo asegurar cuánto tardé. El tiempo en sueños es un misterio, es tan relativo... Pero creo que es de agradecer esos fallos de raccord en los sueños. Aunque a veces descubres uno de esos errores de continuidad y sigues durmiendo, porque no deseas despertarte. Lo que demuestra que mucha gente prefiere dormir a vivir... aunque sepa que la realidad que está gozando es falsa. Esa noche, entre la delgada línea que separaba la realidad de los sueños,  todo cambió... incluso yo. Creo que para cambiar una parte esencial de ti mismo no se debería vivir solo. Debería haber alguien a tu lado, alguna persona diciéndote: "Va a ser genial, es tu gran día". ¿No es eso lo que pasa siempre que tomas una decisión importante en la vida? En las bodas hay personas a tu alrededor que te dicen cosas de éstas. Incluso cuando firmas una hipoteca a 35 años, hay alguien con la frase perfecta para animarte. Y, sobre todo, justo antes de que el celador te lleve para operarte... alguien te desea suerte."

"Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo".

sábado, 11 de diciembre de 2010

Pequeños cambios. Grandes aciertos.

"Miradnos: corriendo de un lado a otro. Siempre con prisas, siempre llegando tarde. Somos la raza humana, siempre compitiendo, aunque lo que más ansiamos en este mundo es conectar con los demás. Para unos, esto ocurre a primera vista: es cuando sabes que lo sabes. Es el destino destilando su magia. Y es genial para esas personas, porque viven su propio cuento de hadas... y van directos, como cuando viajas en un tren expreso. Sin embargo, eso solo les ocurren a unos pocos. Para el resto de la humanidad vivir es menos romántico. Suele ser complicado y liado, se rige por meteduras de pata y oportunidades desaprovechadas. Y sobre todo, por no ser capaz de decir lo que necesitas decir cuando debes decirlo... 

... Pero a veces, las cosas se ralentizan lo suficiente y eso hace que todas las piezas encajen... Y muy de cuando en cuando, en medio de tanto azar, ocurre algo inesperado que nos empuja hacia delante."

Un pequeño cambio.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Donde el corazón te lleve.


"(...) Cada vez que te sientas extraviada y confusa, piensa en los árboles. Recuerda su manera de crecer. Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa, a duras penas deja circular la savia. Raíces y copa han de tener la misma medida, has de estar en las cosas y sobre ellas: sólo así podrás ofrecer sombra y reparo, sólo así al llegar la estación apropiada podrás cubrirte de flores y de frutos. Cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cual recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve..."
Susana Tamaro.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Ordenando mi sinceridad...

"Siempre olvido decirte lo que realmente importa. Siempre me quedo sin palabras cuando hablo contigo. Son tantas cosas las que quiero compartir que me asalta esta especie de inseguridad en mis argumentos. Me olvido decirte que te quiero. Yo, dejo mucho que desear en todo esto que toco, en todo lo que pretendo plasmar. Nunca acierto en la diana. Me queda solo una sensación de saber que me queda algo por decir, que me queda otra oportunidad. Siempre existe ese resguardo que me salva de mis autismos sentimentales. Siempre he creído que lo que se expresa escribiendo, no se es capaz de volver a reproducirlo hablando y eso es algo que tengo marcado en todo lo que digo. Lo siento, pero entre otras cosas soy humana y entre todas las cosas, sufro la debilidad de ser vulnerable a lo que siento: llevar esta complicidad en silencio. Un letargo de la oscuridad me está haciendo crecer como persona... Estoy aprendiendo de ti. No sé el qué o el cómo, pero siento la necesidad de desafiar al mundo tras hablar contigo... tras colgar la conversación de rigor con la cual alimentas algo más que este vacío que a veces me obduce. Alimentas mi corazón. Es muy grande hablar contigo, y mucho más grande es el saber a ciencia cierta que es real. Que pasa el tiempo, ya casi cuatro meses y esto funciona. Seguimos al pie del cañón con esas ganas dementes de querer mucho más, de querer lo que con mucho derecho la vida nos debe. De querer que todo salga bien. Estoy muy agusto, estoy muy segura de ti. Eso me hace partícipe de una paz interior que no he sabido canalizar a lo largo de mi vida. Me siento extraña al verme reflejada en el espejo, al hablar sola de temas que quizás nunca hubiese tocado y que por supuesto estarán destinados a ser pasto del olvido por la más absoluta manía de reprimir lo que llevo debajo de la piel, debajo del corazón. Cada vez me ahoga más esta impotencia ante el teclado y me limito a escribirte todo aquello que por miedo no sé cómo decirte. Me atraca el impulso de morir en tus brazos, de morir en tus palabras para más tarde buscar el desidio de tu aliento y poder sentirme fuerte. Te echo de menos. Todo es siempre mucho más sencillo y como tal, mucho más cercano. Quisiera pregonar lo que te quiero a voces, quisiera gritar este vacío de no tocarte, quisiera llorar en las noches que me gustaría que estuvieses por aquí. Pero me queda el consuelo de saber que cobraré todos los intereses. De que saldaré esta deuda en algún momento. Mientras tanto, pago aduana al cruzar un mensaje a tu móvil. Pago un impuesto revolucionario por haberte conocido, pero me siento especial por sentir bajo mi piel lo que me transmites, y eso me hace ser algo más que un personaje anónimo, destacado ente tanto sentimiento por atar. Son tantas las cosas que te quiero preguntar, son tantas las vivencias que te quiero compartir, son tantas las ganas de seguirte el rastro, que no me veo capaz de empezar yo sola. Es inevitable. En esta partida de ajedrez que no es otra que mi vida , sin trampa ni cartón, recuerdo que siempre se ha visto destinada a quedarse en tablas. Por fin comienzo a saber que puedo conseguir el jaque mate. Reconozco que soy débil, esto lo pone de manifiesto, pero claro, eso tu ya lo sabes. Yo sé que lo sabes, y es por esto que todo lo que pretendo plasmar cobra sentido por si sólo.  
Te echo de menos.


domingo, 21 de noviembre de 2010

Somos casualidad.

"No existe tragedia, sino lo inevitable. Todo tiene su razón de ser: solo se necesita distinguir lo que es pasajero, de lo que es definitivo. ¿Qué es lo pasajero? Lo inevitable. ¿Y lo definitivo? Las lecciones de lo inevitable."


 A veces, suceden en cadena una serie de acontecimientos que, por causas del azar, no podemos evitar. Sin embargo, es necesario dejarlas pasar frente a tus ojos para comprender el significado por el que se interpusieron en tu camino. Sencillamente, en un camino que, bajo tus propias expectativas y exigencias, esperabas que sucediera de manera distinta... de manera que todo encajase a la primera. Porque nos da demasiado miedo lo imprevisible. Lo que se vuelve intangible y escurridizo en lo cotidiano. Lo que nos pueda hacer un poquito vulnerables por la incertidumbre de lo ajeno. Siempre queremos que las cosas salgan como queremos. Sin embargo, muchas veces, ocurren de otra. Y eso no es mala suerte. Eso... Eso es , en esencia, la vida.
Me gusta pensar que todo pasa para algo. SIEMPRE. Incluso lo inesperado. Incluso lo que nos tambalea fuera de lo cotidiano y nos sitúa en la fina línea entre la seguridad y el miedo. Porque, si tomamos conciencia, de todo se aprende. Por ello... lo verdaderamente importante es saber ver la razón que avala lo inevitable y otorga una razón de ser para continuar. Para decidir, conscientemente,  seguir avanzando.




... Utiliza todo para avanzar...

sábado, 30 de octubre de 2010

Acertando en los errores.

"Qué nos está pasando. En qué momento se nos fue la olla. En qué despiste compramos contra reembolso la idea del éxito, decidimos raparnos el valor y comulgamos con al iglesia de la exitología. Quién nos ha timado de esta manera, que nos devuelvan el dinero, quiero el libro de reclamaciones. Ahora. Pero ya.

Equivocarse. La vida entera es fracasar. Espabilamos gracias a morder el polvo, comernos los “yo nunca”, aguantar unos cuantos “ya te lo dije”. Caerse una y otra vez, para lo cual es requisito indispensable haberse levantado en otras tantas ocasiones. Que si lo miras, tus relaciones fracasadas son siempre mayoría, y algo que está tan presente en tu vida no puede ser tan malo si te ha llevado hasta donde estás. Que si me apuras, alguien que te ha acompañado un trozo del camino ni siquiera debería poder considerarse fracaso. Que si lo intentas, admitir e incluso estar orgulloso de tus fracasos puede ser el principio de gestación de todos tus próximos triunfos.

Aunque lo peor no es querer evitar el fracaso, nadie es idiota, y huir del dolor puede ser hasta humano. Lo peor es que detrás del fracaso, escondidito, sin hacer ruido para no llamar la atención, viene de la manita un miedo mucho pero que mucho más letal, el miedo al riesgo. He visto gente morir de nada por culpa del miedo al riesgo.


(...) Equivocarse no es hacerlo mal a conciencia. Es más bien tomar un riesgo y sufrir un no-éxito. Equivocarse no es ser ineficiente. Es más bien sufrir el no-yo, ese reverso oscuro, ése en el que nunca pensamos, pero que es tan nuestro como nuestras propias lágrimas. Equivocarse no es ser imbécil. Es más bien empezar a serlo un poco menos. 
 
Por extensión, no equivocarse sólo significa que probablemente había mucho más margen en el riesgo asumido. Que enhorabuena, pero quizá podrías haber ido un poco más allá. Que de puta madre, pero a lo mejor te has quedado corto. En cierta manera, no equivocarse conlleva la incómoda y perdurable idea de que en el fondo igual te has equivocado un poco. Y encima, como te sientes tan contento, que ni reflexión ni hostias, sigues palante con esos ojos en blanco tan característicos del triunfador.
"
Risto Mejide.

... equivocarse es que la realidad te devuelva algo que no esperabas. Equivocarse es encontrar otra forma de "no" hacer lo que pretendes. Por tanto, equivocarse es conocer, aprender y mejorar. Es investigar nuevos caminos alternativos que no entraban en nuestros planes. Es calibrar, ajustar y enfocar nuestro punto de vista. Es relativizar el suelo que se pisa... tener y reconocer tropiezos, y por ende, ser más humanos en la caída. Es apoyarse en el punto de apoyo de la humildad. Y levantarse agarrados a la toma de conciencia. Perdonar(se) a uno mismo. Y caminar con un aprendizaje de más, y una culpa de menos. Equivocarse, por tanto, es... acertar. Y esto forma parte del camino. 

Me gustan mis errores, no quisiera renunciar a la deliciosa libertad de equivocarme... (Grouncho)

 ... y sumando errores te encontré. Y gracias a tus equivocaciones y a las mías, hoy planeamos nuestro gran acierto.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Once minutos.


"María había sido una mujer feliz. Podría contentarse con eso... ya era un regalo de la vida.

- Iré a buscarte.
-No lo hagas. No tenemos nada que darnos el uno al otro.
-Iré a buscarte para que me salves.

Ella quiso decir que sentía lo mismo, pero se controló; había ido demasiado lejos en sus negativas... era más inteligente permanecer callada. Una vez más estaba allí con un chico, que esta vez no le pedía un lápiz, sino un poco de compañía. Miró a su pasado y, por primera vez, se perdonó a sí misma: no había sido culpa suya, sino del niño inseguro, que había desistido a la primera tentativa. Eran críos, y los críos se comportan así. Ni ella ni el niño estaban equivocados, y eso supuso un gran alivio, se sintió mejor... no había desperdiciado su primera oportunidad en la vida. Todos lo hacen... es parte de la iniciación del ser humano en busca de su otra parte, las cosas son así.

Sin embargo, ahora la situación era diferente. Por mejores que fuesen las razones... la vida la desafiaba. Ya no era una niña, tenía que escoger. Prefirió no responder. Apretó su mano, y se fue en dirección de su casa. Si él era realmente el hombre que le gustaría que fuese, no se dejaría intimidar por su silencio."


Paulo Coelho.

domingo, 3 de octubre de 2010

Y tú... ¿para qué?

¿Hacia dónde vas?
¿Qué sentido tiene tu vida?


Uy, perdón. ¡Qué atrevida! Un poco profundo para comenzar. Nadie se para a pensar en ello un domingo por la tarde. Y, probablemente, un lunes será demasiado pesado. Y el martes no será un buen día. Ufff... y ya el miercoles, ¿para qué? El jueves ya casi es fin de semana y el viernes todas las cosas pendientes se dejan para la semana que viene. Y el sábado... ah, ¿pero el sábado se hace algo?  Y así, relegamos a "la semana que viene" todo lo que queremos hacer y no hacemos. A ese día que nunca llega si no le ponemos fecha, hora e intención. Y muchas ganas. ¡Jod*r, y mucha ilusión, que es nuestro deseo!
Por alguna extraña razón, somos boicoteadores de nuestros propios sueños. Bueno, extraña, extraña no es... alcanzar lo que siempre hemos deseado entraña el peligro de conseguirlo, y quedarnos con las manos vacías de quejas por no alcanzarlo, o de justificaciones para no orientar nuestros pies hacia el camino que queremos. ¿Qué haríamos con nuestra vida si conseguiésemos nuestros propósitos? ¡Casi nos falta quejarnos por conseguirlo! Y de no ser así, con certeza buscaremos más motivos para tener preocupaciones en nuestra vida diaria. El caso es no disfrutar de lo que, con tanto esfuerzo, hemos conseguido. La sal de la vida. "El arte de amargarse la vida". Nos gusta complicárnosla, es una condición del ser humano inherente a ella... la sencillez de los pequeños logros pasan inadvertidos en un desfile de ignorancia ante nuestros ojos. Y yo sigo pensando eso de: ¡Cuidado con lo que pides, podrías conseguirlo! Porque cualquier día, sin darte cuenta, todo por lo que habías estado invirtiendo energía y tiempo, sucede. Y entonces cobra sentido todo lo que antes no encajaba. Porque el secreto es  visualizarlo, abrir los ojos y desearlo con la intensidad suficiente como para que el Universo conspire, como diría mi amigo Coelho :)
(¡y ponerse las pilas, eh! Que el "Universo" no obra por arte de magia :P)


¿Hacia dónde vas? ¿Qué sentido tiene tu vida?
"Y, sin embargo, encontrar la propia respuesta no es tan difícil.
Sobre todo si no tratas de convencer a nadie para que vaya contigo.
Sobre todo si no tomas prestados de por vida sentidos ajenos.
Sobre todo si no te dejas convencer por cualquiera que te diga:
"No, ese no puede ser tu rumbo."
Cuando el camino es correcto se tiene la certeza de no estar perdido, se siente la satisfacción de saber que uno ha encontrado el rumbo.
Pero tampoco es tan fácil.
Sobre todo si el sentido de tu vida es uno, pero tu meta inmediata es otra, y debes elegir entre el placer de conquistar ésta y la serenidad que promete seguir a aquél.
Especialmente cuando te das cuenta de que acertaste el camino sin saber siquiera cuál es tu respuesta a la pregunta clave, es decir, cuando tus pasos accidentalmente coinciden con aquello que, aunque no seas consciente, le da sentido a tu vida,
cuando aún sin saber por qué, te sientes feliz.
"

La vida es todo aquello que tienes hoy, contigo.
¿Y tú, PARA QUÉ te levantas cada mañana? :)

martes, 28 de septiembre de 2010

El camino de la mariposa.


"(...) De repente, entre un grupo de nórdicos con la piel tostada por el sol, apareció el cazador de mariposas, que se plantó delante de Ariadna y le preguntó:
- ¿Sigues buscando la felicidad?
Antes de que ella pudiera contestar, él mismo lanzó la respuesta:
- Créeme: no vale la pena que la busques. La felicidad no se busca, se encuentra.
- ¿Y dónde se encuentra? - añadió Ariadna.
- En todas partes y en ninguna, porque la felicidad no es una meta, sino sólo un perfume.
- ¿Un perfume? - preguntó ella extrañada.
- Sí, es el perfume que desprende aquello que está bien hecho. Una puesta de sol perfecta, la caricia a un cachorro, la mirada de un ser amado, una canción sublime... cualquier momento inolvidable. Por eso no la puedes capturar como si fuera una mariposa..."

jueves, 23 de septiembre de 2010

Cosas que nunca te dije: FELICIDAD.

"¡En la tienda no tienen el helado que me gusta...! Cuando somos felices no nos damos cuenta. Y eso también es injusto. Deberíamos vivir la felicidad intensamente y tendríamos que poderla guardar para que en los momentos en que nos haga falta, pudiéramos coger un poco, del mismo modo que guardamos cereales en la despensa o recambios de papel higiénico por si se acaba, ¿entiende?"
"Cosas que nunca te dije."

Me encanta esta escena. Y el trasfondo que tiene.
"Cuando somos felices no nos damos cuenta", comenta.
Me parece tan real esta frase, que si me paro a pensarla me da miedo. ¿Y si alguna vez he sido feliz y no me he dado cuenta por estar pendiente de otras cosas? Uhhh... ¡qué insensata y temeraria!. No sé cómo nos levantamos cada mañana sin saber qué nos hace felices. ¿O sí lo sabemos y no nos atrevemos a conseguirlo? De un tiempo a esta parte me pregunto si lo que nos da miedo es realmente el fracaso... o el éxito. Qué incertidumbre.
Que si. Que la vida es un vaivén de altos y bajos. Sin embargo, todo es cuestión de la capacidad de decisión que tengamos para afrontarlo. Cuando las cosas no van bien, es fácil culpar a todo lo que nos rodea. "Es que Fulanito me hizo...", "Es que Menganita me dijo...", "Es que...". Vaaaaamos... ¿Realmente sirve de algo? No podemos cambiar a los demás, pero si está en nuestra mano el timón de nuestras propias decisiones. Antes de culpar a alguien, mírate. ¿Qué has hecho TÚ para mejorar esa situación? (Cuesta, eh...?)

La verdad es que nunca me he sentado conscientemente a pensar qué es -para mi- la felicidad... Sin embargo, me parece un término escurridizo, y fácilmente prostituído y prostituible. Hoy en día utilizamos la palabra "felicidad" para cualquier cosa. Manipulamos el término sin lavarnos con jabón las manos. Por tanto, prefiero reflexionar esos momentos en los que soy feliz, para no quedarme anclada en ideales. Me reconforta saber que éste solo es el principio de una larga lista de momentos felices.  Hoy he comenzado a hacer el albarán de los momentos que tengo en la despensa de mis pequeñas alegrías. Habrá que seguir tomando conciencia de ellas para saborearlas al máximo y "mantener la calma en el fragor de la tormenta" :)


¿Tú cuándo eres feliz?

Soy feliz cuando me busco, me observo y me encuentro... y me acepto.
Cuando aprendo a disfrutar del "aquí y ahora". Cuando me empeño en buscar la lectura positiva de las situaciones. Cuando lo consigo. Cuando lo consigues. Cuando  éso se contagia sin darte cuenta.

Soy feliz cuando me cuido, me quiero y me respeto. Cuando bailo como si nadie me mirase. Cuando soy divertida y robo sonrisas sin proponérmelo. Cuando conduzco con la música alta para no escucharme cantar, y así creerme que lo hago bien. Cuando ando descalza y me riñes.  Cuando escucho y me siento escuchada. Cuando él me dedica canciones que hablan de amor. Cuando ella me descubre la esencia de las pequeñas cosas. Cuando nos contamos nuestra vida con la excusa de tomar algo. Cuando compro zapatos nuevos y los tengo que estrenar urgentemente. Cuando mamá me da sus abrazos "peculiares" y termina todos sus mails con un "te quiero". Cuando abro mi bandeja de entrada y te leo. Cuando veo atardecer.  Cuando respiro en la playa. Cuando alguien se acuerda de mi, y me lo hace saber. Cuando yo hago lo mismo. Cuando me descubro pensándote en lo cotidiano. Cuando mi rutina es veros sonreir. Cuando me paso las noches colgada al teléfono, aunque solo sea una excusa para colgarme de tu risa. Cuando me siento comprendida. Cuando hago fotografías y escribo frases dedicadas. Cuando soplo mi pompero e inundo mi habitación de pompas de jabón. Cuando observo a las personas con curiosidad y sonrío. Cuando soy un manojo de inquietudes y me pierdo entre libros. Cuando viajo (contigo). Cuando desordenamos y ordenamos juntas, y nos reímos de nuestras tonterías en el despacho. Cuando me paso la tarde probando-(nos) gafas extravagantes frente al espejo de la óptica. Cuando mi ropa huele a ti. Cuando (os) comparto. Cuando apoyo a reparar alas rotas mientras despeino emociones. Cuando retoco ilusiones poniéndolas en tierra firme. Cuando, otras veces, le suelto el pelo a mis sueños para que vuelen un ratito. Cuando, a todo, le pongo mi toque personal.

Soy feliz cuando me permito estar triste. Cuando entiendo que la vida no es de color de rosa.  A pesar de que sea el color que me defina. Cuando reacciono. Cuando me doy cuenta que, como mínimo, siempre hay dos maneras de interpretar y hacer las cosas. Cuando elijo y decido conscientemente. Cuando decido no cambiar. Cuando lo hago. Cuando cojo el toro por los cuernos. Cuando no me ando por las ramas o, por el contrario, me quedo un rato "en la parra". Cuando priorizo mis necesidades a mis apetencias. Cuando lo hago a la inversa a pesar de saber que no es el orden correcto.

Soy feliz incluso cuando las cosas no van como espero. Porque ahi también esta la clave. Porque las cosas no siempre son sencillas.  Porque la vida no me lo puso fácil. Porque en esos momentos es cuando realmente aprendo. Porque hasta que no caigo, no sabía a cuánta altura estaba del suelo. Porque cuando estoy en el fondo, todo lo que queda es subir... (¡Riiishhhh!) Porque cuando miro hacia atrás, veo todo lo que he recorrido y valoro cuánto me costó subir. Y sonrío. Y me siento orgullosa. Y pa'lante... sin depeinarse. ¡JA!

Soy feliz... cuando quiero. Del verbo querer y con consentimiento informado a mí misma. Cuando decido serlo y no permito que pequeños contratiempos transitorios alteren, como dice el vídeo,  mis botecitos de cereales que guardo con tanto esmero en la despensa.

Soy feliz cuando (me/te/os) quiero.

Unos, me lo llaman "flower power". Otros, "utopía". Yo lo llamo "filosofía de vida"...
...porque sé que si se quiere, se encuentra la manera.

...porque al fin y al cabo, la actitud es lo que cuenta. Y la felicidad es un derecho universal. ¿Vas a privarte de ella? ;)



viernes, 17 de septiembre de 2010

Lo que das, te lo das. Lo que no das, te lo quitas.

Con esa frase adornaba Justo su catedral (¿La recordáis?). Construída con tesón, esfuerzo y oídos sordos, es de esos edificios donde respirar su silencio es un regalo para todos los sentidos. Le tacharon de loco, y aún así, continuó caminando hacia su sueño. Su sorpresa fue cuando, a lo largo ese camino, encontró a personas aparentemente "cuerdas" dispuestas a apoyar su "locura". Y así hizo. Y plasmó su filosofía de vida en las paredes. Y yo, se la tomé prestada desde aquel día que le conocí. Jamás olvidaré nuestra conversación en la cual consiguió contagiarme esa actitud salpicada de altruismo. Me transladó la esencia de su frase: dar-te y recibir-te. Son muchas las veces en las que nos movemos por el principio de reciprocidad: tú me das, yo te doy. Sin embargo, no siempre es así. No siempre que damos, recibimos... lo que esperamos recibir. Expectativas. Y ésto conlleva desilusiones, fracasos y decepciones.
Tuve que leer más de dos veces la frase para captar su esencia. "Lo que das, te o das. Lo que no das, te lo quitas" ¡AHÁ! ¿Tú para qué das? Teniendo en cuenta que con el gesto de dar, obtengo un beneficio para mi-conmigo, no se hace necesario esperar de lo demás para sentirme bien. Porque si así lo hago, estoy segura que en la mayoría de los casos, no voy a obtener exactamente lo que quiero para poder decir: me siento "pagada" por ti. Y así, quien no se sentirá bien, seré yo. Y... y... y así un largo etcétera.
¿Os dais cuenta del laberinto de palabras que nos generamos en la cabeza? Y la otra persona sin hacerse una idea... Cada vez que hablo de este tema visualizo a las personas pegando post-it en forma de expectativas, a diestro y siniestro. Sin pedir permiso. Parece nuestra moneda de cambio con los que nos rodean. ¿Lo visualizais? A mi me resulta cómico. Me imagino, por ejemplo, regalándo algo y a la vez poniendo en la frente una etiqueta de expectativa a la persona: "Me debes otro regalo".
Hace tiempo que permití dar(me) sin esperar una respuesta a cambio, y confiar en que de una manera u otra, si estás con los ojos bien abiertos, el Universo te termina devolviendo lo que has dado algún día. Quizá con otra forma, por parte de otra persona, o en el momento que menos lo esperes. Pero te lo da. Y confieso que a veces no he podido evitar colgar algún que otro "post-it" a alguien, esperando quizá que actuara como un amigo o amiga. Esperando un "¿Cómo estás?", un mensaje, un "Hola", una llamada, una sonrisa sin pensarla, un café, o quizá sentirme apoyada. Pero me di cuenta que mi concepto de todo aquello no es el mismo que el que tiene la persona que tengo enfrente. Y esperar que los demás actúen como yo quiero, es complicado. Asi que comencé actuando por mi. Porque la verdad es que no hay mucho que perder cuando se hacen las cosas de corazón y no dañan a nadie. Se gana. Y se establecen relaciones"Win-win": Tú ganas y yo gano viéndote ganar. Por tanto... ganamos :)

Y, a dia de hoy... me doy, dando. Y sino doy, siento que me quito.

Y sin darme cuenta... recibo. Recibo tanto...


Gracias a Rocío y Lucy:
por haberos dado en la distancia cercana que nos une.
Siento que este post no existiría sin vosotras...
Cada día, dáis consistencia al título de esta entrada.
A mis días. A mi :)



"El regalo más grande"