miércoles, 2 de febrero de 2011

Cerrando puertas. Abriendo ventanas.

Aquella noche llegué a dos conclusiones:
 * La primera fue que un camino peligroso lo es todavía más en la oscuridad.  
* La segunda... que estaba irremediable y desesperadamente perdido.
(Big fish)

Y quizá ese sea el primer paso. Sentirse perdido para luego encontrarse. La vida esta llena de interrupciones y complicaciones que hacen que las agujas de nuestra brújula bailen a merced de lo ajeno. Cerramos puertas que un día se quedaron entreabiertas. Abrimos puertas que un día dimos por cerradas. Lo que no sabemos es que lo importante no está en el propio pomo del que nos ayudamos para abrir o cerrar. Sin bisagras, las puertas no se mueven. Sin decisiones, la vida permanece inmóvil. Ya lo decía Edwin Markhan: “Las decisiones son las bisagras del destino”. Y es que, no podemos hacer girar las puertas a nuestro antojo sin ser conscientes de que, puesta una bisagra, quizá no nos demos cuenta de que es necesario engrasarla lo suficiente para que gire…Sin embargo, cuando estamos perdidos somos tan básicos en nuestras acciones que intentamos pasar de soslayo por alguna rendija o incluso, seguimos empujando… y empujando. Y, evidentemente, la puerta cede. Y el “destino” se tuerce… el camino se torna oscuro, y de repente nos damos “con una puerta en las narices”.

Y te lamentas. ¿Y por qué esa puerta está en mi camino? ¿Por qué no la dejaría como estaba? ¿Por qué ami? ¿Por qué tengo tan mala suerte? ¿Y…?
Y, mientras te pasas los días delante de la puerta lamentándote, la vida pasa. Y la puerta seguirá ahí... quitecita. Y haces exactamente lo mismo de siempre: quejarte, lamentarte, entristecerte... (
¿Realmente pensáis que quejándonos una puerta se abrirá? ¿Se os pasaría por la cabeza matar moscas a cañonazos? Sí, riéte, es absurdo, ¡pero es la misma actitud!) ¿No os ha pasado? Pareciera obvio pensar que si siempre hacemos las cosas de la misma manera, el resultando fuese muy parecido en todos los intentos. Quizá el "quid" de la cuestión sea modificar algo, por mínimo que sea, para que, evidentemente, obtengamos un resultado diferente. Ojo, nadie nos asegura que mejor. Diferente. Siempre pienso que, irremediablemente, ante una situación, siempre podemos actuar de dos formas distintas (como mínimo). ¿Alguna vez te has parado a pensar el tiempo que dedicas a quejarte? Exactamente el mismo que podrías invertir en buscar una alternativa o solución a eso que te preocupa, incomoda o entristece. Sin embargo, quejarse se nos antoja más facil, y en muchas ocasiones, es más adaptativo que arriesgarse o salirse de lo "común". C'est la vie. O no. Tú decides.

¡Con lo sencillo que es hacer las cosas de manera diferente!  ¿Probaste a llamar a la puerta en lugar de lamentarte frente a ella? Toc, toc… ¿se puede? (Todo ello, contando con que quieras entrar... a veces deseamos traspasar puertas sin pensar si relamente necesitamos hacerlo o no. ¡Inconsciente!)

Y si no se abre… siempre quedarán más alternativas. El abanico es tan amplio como tu imaginación te permita. Sal del círculo. Piensa diferente. Incluso deja de pensar. Fuera miedos, zancadillas, prejuicios o inseguridades: Imagínalo. Ah, ¿que es una locura? Bien, puede serlo ahora, pero guárdatela. Puede que, en un futuro, te sirva. Quién sabe. Imagina que no tienes ningún impedimento para alcanzar lo que deseas. ¿Cómo lo harías? Ya sabes, primero el número uno... luego el dos... el tres... Y casi sin darte cuenta, lo habrás hecho de diferente manera. ¿No obtienes el resultado que esperas? Estará bien... shhhh, es un secreto a voces: en esta vida, muchas cosas no salen a la primera. Aprende. Sigue haciendo lo que te vaya bien... cambia lo que entorpezca el proceso. Y así, en bucle. Nadie mejor que uno mismo para discernir entre lo que nos beneficia, de lo que no. Mantente en silencio. Escúchate. A veces, puede ser duro reconocerte en esos diálogos internos. Otras, muy reconfortante. Ya sabes, una de cal... otra de arena. No nos pilla de novedad esto, ¿no? La vida unas veces te da, y otras te quita. Y quiero pensar que, tarde o temprano, lo hace a partes iguales. Paciencia. No corras... ¡somos muchos los que nos atrevemos a vivir y todos necesitamos oxígeno! Dosifica. Modifica el ritmo, pero nunca te pares a menos que sea para coger impulso. A vivir, se aprende viviendo. Y aunque entraña riesgos, siempre merece la pena.
¿Sabes ya?


Al fin y al cabo, el refranero popular es muy sabio, y…
  “Cuando una puerta se cierra… una ventana se abre.