martes, 8 de diciembre de 2009

Fueron... ¿felices? Y comieron... ¿perdices?

(Atención, puede herir la sensibilidad del lector. Esto es como cuando la listilla de clase se acerca y te cambia la vida diciéndote: ¿Sabes que los Reyes Magos no existen? Y te rompe la ilusión en mil pedazos.)
É r a s e u n a v e z...
... una princesa llamada Amnesia. Es una de tantas princesas olvidadas y desconocidas que se recopilan en un libro, y con la cual me siento identificada. Desde niña, te cuentan mil historias de princesitas, príncipes azules, castillos y dragones... Era un mundo tan maravilloso que te dejabas envolver por la imaginación y atreverte a soñar... Ahora, de "menos niña"(por no decir "de mayor"), reflexiono. ¿Sabeis? Tengo mucho que agradecer a mi querida madre. Muchísimo. Sin embargo, reconozco que me hicieron un flaco favor todas esas noches al borde de mi cama, leyéndome esos cuentos que se convertirían un bagaje inseparable que en muchas ocasiones me pesaría. Y mucho.
Con el paso de los años, aprendí. Y fue entonces cuando caí en la cuenta de que nunca fui muy seguidora de historias de princesas... ¡Por favor! ¿Dónde van con esas pintas? Recuerdo que me cabreaba su indolencia y "palurdez": ¿A quién se le ocurre estar esperando todo el día al príncipe azul? ¡Insensata, espabila! Creo que hay más probabilidad de escoger una ranita al azar y darle un beso, que aparezca por arte de magia un príncipe azul y te rescate en su caballo... ¡Venga hombre! Los tiempos cambian y consecuentemente, las historias de toda la vida pasan a ser otras. Evolucionamos. Y hay que adaptarse. Por ello, he llegado a la conlusión de que el príncipe azul:
a) Está camuflado.
b) Se ha desteñido.
c) Somos tontas del culo.
d) Todas las opciones son correctas.
Juzgar vosotros mismos. Lo que si tengo claro es que eso de ser azul ya no se lleva. Si es que a veces tenemos las cosas delante y están tan claras que, aún así, ¡no las vemos! ... ¡Ay...! Con la diversidad que hay ahora, ¡por favor! Existe una amplia gama de colores, de los cuales solo citaré uno, por haber sido mi objeto de estudio en el análisis antropológico realizado en estos últimos años, cuyo título responde a: "Cómo desteñir a los príncipes azules sin que se conviertan en un marrón y no morir en el intento". Si, como buena antropóloga y consumidora habitual del color rosa, he de reconocer que mi fijación por dicho color, hizo que llegara a una conclusión muy importante en mi vida: ¡Cuidado, algunos príncipes son rosas! Taaaan centrados en la búsqueda de su propia perfección física y taaaan encantados de conocerse a sí mismos, que solo tienen ojos para ellos (o para los escaparates. Y no. No es para mirar los maniquíes. Sino para ver su "hermoso" reflejo). Es un especímen peligroso. En concreto, si, a pesar de ser rosa, aparenta ser azul de cara a la galería. Demasiada mezcla de colores para mí. Llamadme tradicional, pero prefiero la convencional rana de toda la vida... No llamará la atención, pero al menos, me queda la incertidumbre de pensar en qué se convertirá al besarle. Porque... ¿todas sabemos qué sucede a la inversa, v-e-r-d-a-d? Lamentablemente (o por suerte), es bien sabido en qué se convierte un "príncipe" al besarle. ¡Exacto! Esto es como aquella regla matemática de que "el orden de los factores no altera al producto". Pues para que veais que en cosas de sentimientos, también están las matemáticas. ¡Así decía yo que eran tan dificiles! En los cuentos de hadas, existe la regla, por lo que al besar a un príncipe... ¡TACHÁÁÁÁN! ¡Cuidado al abrir los ojos! ¡Podría aparecer una rana! Cuyas características, por cierto, no procederé a describir para no herir la sensibilidad de quien haya llegado hasta aquí leyendo. ¡Ay...! Y nosotras sin saberlo, esperando al príncipe azul... ¡Por momentos me cegué y llegué a pensar que era daltónica! ¡GRACIAS, OFTALMÓLOGO! Hace poco me detectó un cambio de miopía a astigmatismo... ¡si ya sabía yo que algo no funcionaba!
Asi que, permitidme un consejo: buscad una rana o un príncipe de otro color, porque los cuentos de hadas no existen más allá de la imaginación. Os recomiendo el libro "Princesas olvidadas y desconocidas" para que, por fin, cuando leas una historia de princesas puedas sentirte identificada con alguna de ellas sin levantar los pies del suelo...Recordad siempre que hay cosas que son invisibles al ojo humano...y que el corazón, además de contener algo de razón (CO-RAZÓN), es un órgano y como tal, se atrofia por el deshuso ;)

PD: ¡Ojo! Estas palabras están sujetas a un estudio personal-social. Y como tal, tiene sus excepciones. Si algún extraño y distraído príncipe pasa por aquí y no es suceptible del objeto de estudio, ENHORABUENA: Eres especial. Por ello, espero no haberte ofendido con mis palabras. Fui un poco injusta, ya que hubo una parte que omití en este relato, y es la que corresponde al momento en el que una princesa se quita el traje, se baja de los tacones y se pone unas gafas para reconocer que no todo es azul, ni hay carruaje, ni reloj a las 12, ni manzana que morder. Pero eso, para cuando la antropóloga pueda realizar "observación participante" y un extenso "trabajo de campo". En otro post... quizá. En otro post... ¡espero! :)

Y colorín colorado...
¡este cuento se ha acabado!"
^iRiS^

4 comentarios:

Sergio dijo...

Bueno, como decía mi profesora de latín: "Don perfecto aún no ha nacido" y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia e ilusión. La cuestión es seguir buscando pues, en algún lugar del mundo, seguro que hay alguien destinado a compartir su vida con nosotros (o, al menos, eso es lo que nos gustaría pensar).

Dicho esto, varias observaciones:

—¡Yo tengo un polo rosa de Hackett!
—¿Cómo se sabe uno príncipe?
—A mi no me has ofendido, pues no sé si soy rana, príncipe, o qué... :)

Earthblues dijo...

Jajaja Lo que me he reído con esta entrada y es que tienes razón. Desde muy pequeñas soñando con ser princesas, vivir en un castillo y esperar al príncipe azul... que no existe! Y vivir en un castillo, te imaginas?? Todo lo que habría que limpiar y en invierno te morirías de frío!!

Nunca me gusto el color azul, prefiero el rojo! :P

Saludos!

Anónimo dijo...

Érase una vez…
Felices para siempre…
Los cuentos son la materia de la que están hechos los sueños…
Pero los cuentos no siempre se hacen realidad… Llega un día en que la princesa se da cuenta de que el príncipe azul destiñe…
Ni felices ni perdices…
El príncipe se vuelve a convertir en rana…
No hay corceles blancos ni carrozas… todo era de alquiler… El trocito de cielo se ha llenado de nubes de tormentas…
Y entonces la princesa sabe que debe volver a la realidad...Fuera de los cuentos ¿existen los finales felices?
Claro, pero son pasos en la vida, hay días felices y días que caen chuzos de punta. Los cuentos acaban con el "y fueron felices y comieron perdices", pero ¿te has dado cuenta de que se saltan toda la parte de la convivencia?
Y el príncipe azul...
... que no existe y encima destiñe. La bella durmiente se ha convertido en la bella despierta..Y el más sabio...
Sabina hace tiempo que canta que las niñas ya no quieren ser princesas;)...Me he reido un montón..ya hablaremos tu y yo humf!

;) dijo...

Llegó el dí­a en que la rana no se convirtió en prí­ncipe azul por más besos que le diera la princesa… Blancanieves tragó el trozo de manzana sin ahogarse y la Bella Durmiente despertó de su eterno sueño…

Un dí­a la Cenicienta descubrió que no le faltaba su zapatito de cristal y que las doce campanadas habí­an sonado hace ya tiempo… hoy la Sirenita siguió jugando con los peces en el fondo del mar y se quedó sin visitar a la Bruja del Mar…

Esta noche la Bella dejó caer el último pétalo de la rosa y la dama se cansó de las trastadas del vagabundo… esta noche no hay princesas porque todas han crecido… quizás mañana recuerden la magia que un dí­a las envolví­a;)