domingo, 5 de septiembre de 2010

Ortografía de la vida.

"A ti no te hace falta corona para hacerte destacar. El resplandor de tus ojos es mucho mayor que el de los brillantes de ésta. No te hacen falta tacones para hacer sonar tus pasos, sabes perfectamente que dejas huella por donde pasas. Tu mejor vestido precioso, no dejar de ser tu sonrisa permanente. Y tu mayor rasgo, la fortaleza y la fuerza que transmites. Ni los dragones y bestias del bosque pueden contigo. Ni podrán. Eres la mas fuerte y bonita. No es que conviertas a sapos en príncipes, es que con palabras conviertes el ánimo de las personas. No es que a las doce tengas que abandonar el baile porque alguien te espera, sino que a esa hora vas a estar siempre dispuesta a escucharme si necesito dejar de llorar con las estrellas.

Un final de dos. Tú y yo."


Posees el don de la magia. Tienes una cinta de raso lo suficientemente larga como para envolver los regalos más bonitos para la vista...y para el corazón.
Permíteme haber tachado una frase. A ver... es una licencia que me he tomado por todo lo que nos une (mi vida fue diferente desde aquellos churros con macarrones...), pero es que no me gustan los finales. Y si llevan tu nombre, mucho menos. Es que verás... soy de esa clase de persona que siempre se reserva palomitas para ver las tomas falsas y los créditos al terminar una película. ¿Entiendes?

Si algo sabes manejar en tus "regalos-verbales-de-corazón", son los puntos. Dan dinamismo, seguridad y belleza a un texto. Utilízalos en la vida.
Hay muchos tipos de puntos, sobre todo si son de vista. Tantos como personas. Y con el paso del tiempo aprendo a tenerlos en cuenta. Pero a veces es complicado pararse a mirar otros mundos cuando no somos conscientes ni del nuestro propio. Tiempo al tiempo. Tiempo-a-tiempo. Tiempo. De todos modos, no he venido hoy a escribirte sobre este tipo de puntos. Hoy, no sé... Pensaba en la importancia de los puntos y seguido. La oportunidad perfecta para respirar, hacer una breve pausa y continuar. Además, entre frase y frase no tiene por qué haber nexo de unión aparentemente, así que tú eliges qué quieres escribir. Con total libertad. Aunque parezcan un tanto "altivos" en su uso, los punto y seguido son buena gente ;)
También hay puntos suspensivos... menos arriesgados que los anteriores, y más etéreos en su forma. Aquellos que parecen esperar una continuación tras una pausa. Pero, a veces, no llega esa continuidad. Y a través de esos puntos suspensivos tenemos que intuir la historia que viene a continuación. En otras ocasiones, es nuestro deber "seguir escribiendo", a pesar de ello. ¿Y sabes qué? Que a veces, también viene bien poner los puntos sobre las íes.
Como ya sabes, existen los dos puntos. Y estos, me encantan: toda una nueva frase por estrenar, la cual no olvida lo que le precede (su pasado) para que así no pierda sentido, pero que se escribe hacia delante (su futuro). Como la vida misma. Chulo esto, ¿eh?
El punto y coma; es el tímido intento de comenzar una nueva línea pero en este caso necesita enlazar su significado a la frase anterior, a su pasado. Y anclada a éste... no es capaz de reinventarse tanto como lo hacen los dos puntos. Estanca la oración, no da fluidez para disfrutar de otros signos de puntuación. (Están cayendo en desuso, no temas).
Quiero saltarme el punto y final. Porque ése solo existe y tiene cabida en otras historias individuales, personales y, evidentemente, necesarias. Pero no en la nuestra.
(Utiliza todos los puntos para escribir la historia desde Septiembre... Yo, confío en tí. SI NO PUEDES...PODRE-MOS)

Si no remas, ya remo yo por tí una parte de ese barco tan bonito que estás construyendo: tu vida. Porque tras miles de oleajes se ha hecho resistente. Tanto que le vendría bien una decoración: ¿Qué tal dibujarle una puerta de entrada? Sin olvidar, claro está, un compartimento oculto en proa. Pero en popa, una puerta entreabierta. ¡Mi capitana!, si quieres, solo en esos días de marejada alta, se me ocurre ponerle una contraseña. Ésa que solo unos pocos sabrán para poder entrar en el fragor de la tormenta. (Estaba pensando tantas relacionadas con tantos momentos que me he arrancado a reir xD)
Mañana, cuento con tu aire al soplar mis velas. Cuenta con mis otras velas para izarlas a tu barco.
Y soplar... soplar...
Y mi mano. Y la tuya. Como te prometí, no la suelto... solo tienes que mirar a tu lado.

Y ahora, con el colchón de todas las personas que te rodean, atrévete a enfrentarte a "deciblecios de envidia" y sé mi Ave Fénix preferido. Vuela. Despliega alas, levanta la cabeza y saca pecho. Y no olvides nunca abrir los ojos. (¿No querrás castigar al mundo privándolo de esa luz que tienen, no?)

Shine on, Lu&Cía.

1 comentario:

Lucía dijo...

No sé qué decirte... es cierto que hoy me vuelvo a sentir un poco como la narradora del cuento de la pasada noche... esa que te contaba sólo una milésima parte de la historia sucedida. O ya no la pasada, sino la que queda por sentir. Si hay algo bonito de los cuentos (bueno de los míos, que yo me invento siempre mis cosas!), es que vas redactándolos y contándolos conforme vas notando las emociones palpitar. Siempre que escribo me pasa lo mismo: me dejo llevar. No sé ni de qué voy a hablar, ni cómo, ni cuándo, ni qué... dejo que los dedos vayan solos. Ellos van unidos a mis máximas preocupaciones o razones de vivir, así que los dejo actuar... y que me sorprendan (lo suelen hacer). Tenía ganas de hablarte y la excusa de tu cumpleaños fue buena. Muy buena. Pero créeme que, de no haber existido, me hubiese inventado otra celebración para decirte todo eso que está por mi alma rondando respecto a tu persona... o referente, también, a tu alma. Esa que palpo tan unida a mí... a un 'mí' que se compone de cabeza a pies pasando por corazón rojo y palabras del querer. El 'mí' de Lucía en toda su totalidad (todo, total, madre mía, abarcamos nuestra extensión, Nekane!).

Es muy difícil dejarme sin palabras a mí, mucho y seguramente que tú lo sabes... siempre, y no sé de dónde, saco la creatividad para juntar letras y que quede bien. Casi siempre me sorprendo yo misma de ver cómo ha quedado tan cuqui...
Te prometo que intento decirte algo bonito (el bonito que yo entiendo como tal y tú compartes conmigo, como casi todo), pero es que no puedo. Y no porque no quiera decírtelo, es porque TE ESTOY TAN AGRADECIDA, que... pienso que, cualquier intento, se queda en eso, en intento. No porque tú me vayas a exigir más, sino porque yo quiero andar al límite y expresar ese fuego que provocas. Y no puedo. Así que Nekane, sólo espero que, entre todas estas líneas, seas capaz de sentirME. De notarME. De escucharME (o bueno, a mí no, al que late fuerte). Y de presenciar, como tú sólo sabes, todos esos puntos y seguidos que van a ir marcando nuestra historia.
Esta acaba de empezar... escríbela tú que yo mañana te la sigo contando. Te beso, te abrazo y te agradezco (termino para empezar... love u!)