Este fin de semana he disfrutado de una comida rodeada de agua, con sol y mi mejor compañía… he aprendido (bueno, he intentado aprender) a tirar piedras al agua para que salten y no se hundan…he comido por primera vez un rollito de primavera, salsa parmesana, un gofre con chocolate y nata…he disfrutado del olor de mi cafetería preferida, de las miradas de toda esa gente que intercambiaban palabras entre capuchinos e infusiones… he viajado solo por cantar durante el camino… he ido de tiendas y además encontré lo que buscaba… he ido por primera vez a un videoclub y he visto una película sin palomitas… he disfrutado coincidencias y complicidades… he descansado… he desconectado del mundo y cuando hablé con mi familia lo hice con más ilusión… he planeado más “pequeñas cosas”… he conseguido sacarle el lado bonito a las aburridas tardes de domingo…he compartido momentos de tristeza, nostalgia, alegría, ternura, dulzura… he sonreído… he sido feliz.
En las pequeñas cosas siempre está la grandeza…
Deberíamos aprender a disfrutar más a menudo de las grandes cosas que tenemos a nuestro alrededor y a nuestro ojo parecen imperceptibles…
“Hay un universo de pequeñas cosas
que sólo se despiertan cuando tú las nombras.
Todo lo que es bello está esperando tu mirada.
Tengo una caricia que sin ti se me derrama.
Hay un universo de pequeñas cosas
que vuelan sobre tu cabeza si las soplas.
Hay atardeceres que no acaban de ponerse.
hay un mar entero resumiéndose en tu boca…”
A.Sanz.
